Y ese esfuerzo es necesario porque el cliente, como ser humano, está diseñado para discernir una realidad de tres dimensiones. Eso es lo que hace que toda idea necesite un símbolo físico para ser representada e interpretada. Y cuanto “más física” sea esa representación más fácilmente será interpretada por el receptor.
Esa es la razón de ser del merchandising: dar tres dimensiones a un mensaje, a un valor, a una idea, para lograr transmitirla de forma que sea más fácilmente percibida. Un obsequio bien seleccionado es capaz de transmitir a un cliente (mejor que cualquier otro tipo de mensaje) que es importante para nuestra compañía, que pensamos en él, que agradecemos su confianza.
Y el tipo de obsequio transmitirá quiénes somos y en qué creemos: si nuestra máxima es la innovación y la tecnología, si la seguridad y la confianza es nuestro mayor activo, si apostamos por los valores familiares, si queremos conectar con los más jóvenes, sí somos los de toda la vida o somos los revolucionarios.
En la cultura china es impensable una reunión de negocios que no vaya precedida de un intercambio de obsequios. Esos obsequios hablarán mejor que cualquier presentación en PowerPoint de quienes somos, de cómo tratamos a nuestros clientes y de la importancia que damos a la relación que está a punto de nacer. Esos obsequios predispondrán positivamente al interlocutor haciéndole perceptibles nuestras creencias. Debemos pensar detenidamente las formas a la hora de transmitir los contenidos, porque gran parte del contenido es la propia forma.